Cada 10 de diciembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos dado que fue en ese día, en el año 1948, que la ONU aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Para nuestra Fundación es un deber conmemorar este día y poner a la palestra las enormes deudas que tiene nuestra nación al respecto de los DD. HH de la población, pero también la positiva oportunidad que se abre con el proceso constitucional de construir un Chile que tenga como pilar fundamental de su arquitectura nacional el respeto irrestricto a todos los Derechos Humanos.
En primer orden debemos recordar que, lamentablemente, Chile tiene una larga historia de violaciones a los derechos humanos, no debemos olvidar, por ejemplo, los genocidios a los pueblos originarios, las matanzas obreras y campesinas, de éstas últimas con registros en nuestra zona, y los diversos gobiernos autoritarios o “democráticos” en los que se han violado de manera sistemática o aislada los Derechos Humanos.
La mayoría de estas violaciones han sido ocultadas por la historia dado que el grupo que ha estado detrás de ellas, la oligarquía y la élite, ha utilizado su poder para asegurarse de ello. Una muestra de esto es que hasta hoy siguen vivos los pactos de silencio y la impunidad para crímenes de la dictadura cívico militar de Pinochet, como lo demuestra la decisión de la octava sala del tribunal de alzada de Santiago que revocó y modificó la sentencia de primera instancia, lo que significó la absolución de 30 agentes de la DINA condenados como cómplices y otros 31 condenados como autores del secuestro de 16 personas, quienes fueron hechos desaparecer por este órgano represor entre los años 1974 y 1975. En esta misma línea se puede mencionar que ni siquiera el 10% de los casos de violaciones a los Derechos Humanos cometidos por agentes del Estado durante el estallido social actual han terminado con algún tipo de castigo para los culpables.
Esta desoladora situación puede ser corregida, en parte, por el proceso constitucional que se ganó la ciudadanía en las calles, la nueva carta magna debe contener garantías y condiciones para que se respeten todos los Derechos Humanos, los políticos, los sociales, los medioambientales, los sexuales y reproductivos, entre otros, en la nueva constitución. Pero, sobre todo, de este proceso de debate entre chilenos y chilenas deberá surgir un nuevo acuerdo social que permita que “el nunca más” sea real y jamás un grupo de la sociedad vuelva a violar los derechos humanos en pro de defender sus ideas o sus negocios. En todo esto último está el compromiso de trabajo de nuestra Fundación, tanto para el Valle de Aconcagua como para el país entero: construir un nuevo Chile que respete los Derechos Humanos de todas, todes y todos sin ningún tipo de desigualdad o discriminación