Los accidentes registrados en dos de las minas de cobre más grandes del mundo, El Teniente, en Chile, y Grasberg, en Indonesia, están generando repercusiones significativas en la oferta global del metal, con efectos directos sobre las proyecciones de crecimiento y los precios internacionales.
La Corporación Nacional del Cobre (Codelco) reportó en agosto su nivel más bajo de producción mensual en más de veinte años, tras el derrumbe ocurrido el 31 de julio en El Teniente, que dejó seis trabajadores fallecidos y paralizó las faenas por más de una semana. Según datos de Cochilco, la estatal produjo 93.400 toneladas de cobre ese mes, un 25% menos que el año anterior, lo que representa el volumen más bajo desde 2003.
Mientras tanto, en Indonesia, Freeport-McMoRan confirmó la recuperación de los siete trabajadores fallecidos en la mina Grasberg (entre ellos el chileno Víctor Bastida Ballesteros) tras el deslizamiento de tierra ocurrido a comienzos de septiembre. El incidente obligó a suspender operaciones y llevó a la compañía a declarar fuerza mayor en sus envíos desde el país asiático, reduciendo sus proyecciones de producción y ventas para los próximos dos años.