Danitza Villarroel sabe lo que significa trabajar duro para alcanzar sus sueños. Desde pequeña sintió que la música era su vocación y, a pesar de los obstáculos, luchó por dedicarse a lo que más ama. No proviene de una familia de músicos, pero su pasión por este arte nació a los cinco años. Cuando cursaba cuarto básico en la Escuela Ramón Barros Luco de Valparaíso, ya comenzaba a esforzarse por cumplir sus metas.
¿Qué significa la música para ti?
– Es mi refugio. Cuando era niña sufrí bullying, y la música me ayudó a lidiar con eso. Gracias a ella, conocí a mis grandes amigos. Ha sido mi motor y lo mejor que me ha pasado.
¿Cómo recuerdas tu infancia y tus inicios en la música?
– Estaba en tercer año de enseñanza básica cuando quise entrar a un taller de música, pero la profesora de ese entonces me dijo que no tenía talento. Sin embargo, mis padres creyeron en mí, y con perseverancia logré revertir la situación, demostrando que podía tocar todos los instrumentos del taller. Curiosamente, esa misma profesora me ayudó en 2007 a postular a la orquesta que se creó en la escuela. Ingresé como violinista, y desde entonces todo fue una avalancha de conciertos y giras.
En 2010, Danitza ingresó a la Orquesta Sinfónica Regional de la Fundación de Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI) en Valparaíso, donde participó durante diez años. En 2013, comenzó a estudiar piano con el profesor Ítalo Olivares, pues sus padres consideraron que esto la fortalecería como música, pero no fue hasta 2016, cuando ingresó a la universidad que descubrió un sinfín de posibilidades que, según ella, le “abrieron el mundo”.
¿Cuándo fue tu incursión en la dirección orquestal?
– Fue en segundo año de universidad. Creé mi primera orquesta, la Orquesta Filarmónica Alimapu. Al principio, no dirigía; me dedicaba a la gestión, a convocar músicos y a crear redes, todo sin dejar de tocar el violín. En 2018, cuando la directora María Carolina dejó la Orquesta Alimapu, comencé a dirigir en los ensayos. Más tarde, en un encuentro en Bolivia llamado Jóvenes por la Música y la Vida, tuve la oportunidad de dirigir una orquesta de más de 500 músicos de varios países. Ahí supe que esto era lo que quería, y comencé a perfeccionarme en la dirección.
¿Cómo llegaste al HUB de Directoras de Orquesta?
– Desde que se creó, participar en el HUB fue una meta para mí. Fui oyente en 2022 y 2023, y aunque en 2024 estaba pasando por un proceso personal difícil, mis cercanos me alentaron a postular. Gracias a su insistencia, logré ser seleccionada como titular.
¿Qué te llevas del HUB?
– Me llevo mucho crecimiento, una nueva perspectiva de vida, amistades valiosas y la esperanza de que esto traiga nuevas oportunidades. Es un logro no solo mío, sino de mis amigos y sobre todos de toda mi familia. Además, aprendí ejercicios para fortalecer la confianza, ser libre en el podio y “ser” la música.
Sé que el HUB es una experiencia llena de momentos maravillosos. ¿Cuáles destacarías?
– La intensidad, el empoderamiento, el apoyo entre colegas y el ambiente casi familiar que se vive.
¿Crees que el HUB deja enseñanzas para la vida?
– Absolutamente. Me ha enseñado a jugar con la música. A veces, en la búsqueda de la técnica y la perfección, olvidamos el placer de hacer música por el simple hecho de disfrutarla. El Hub me ha ayudado a reencontrar esa alegría.
El HUB de Directoras de Orquesta, realizado gracias al trabajo conjunto de Fanjul and Ward y Vibra Clásica, encabezados por Angélica Fanjul y Caroline Ward; y la Dirección artística y musical de la directora Alejandra Urrutia, es una plataforma que impulsa anualmente el talento de mujeres en la música, brindándoles la oportunidad de crecer y destacar en un campo históricamente dominado por hombres. Danitza es un claro ejemplo de ello, una joven promesa que, gracias a su dedicación y profesionalismo, se perfila para ejercer su carrera al mismo nivel que sus colegas, demostrando que el futuro de la dirección orquestal es inclusivo y diverso.