PATRICIO NAVIA |
Sociólogo, cientista político y académico UDP. |
En vez de replicar la exitosa fórmula de nombrar a un ministro que creyera en las bondades del mercado y entendiera de cómo funciona la macroeconomía en el mundo moderno, Boric volvió a sus orígenes y nombró a uno de sus compañeros de ruta más cercanos. |
La sorpresiva renuncia del ministro de Hacienda Mario Marcel y su inmediato reemplazo por el polémico ministro de Economía Nicolás Grau despejan definitivamente las dudas sobre donde está el corazón y la mente del Presidente Gabriel Boric en lo que se refiere al modelo económico. La inesperada salida de Marcel, un ministro que llegó a su cargo para calmar a los mercados que dudaban de las intenciones del entonces presidente electo Gabriel Boric, otorgó a Boric una inusual oportunidad para clarificar si, como han dicho algunos de sus aliados más moderados, Boric maduró en su cargo y aprendió cómo funciona la economía. El nombramiento de Grau en Hacienda sugiere que Boric sigue creyendo en las ideas radicales y propuestas extremistas y fundacionales que siempre defendió en sus ocho años como diputado y que compartía con Nicolás Grau y su grupo de jóvenes rebeldes que fundaron el Frente Amplio. “Cuando hablaba desde el corazón y actuaba sin considerar las implicaciones políticas de sus decisiones, Boric siempre se cargaba a una izquierda panfletaria, estatista y, lo que es peor, ampliamente fracasada” Como líder estudiantil, diputado y candidato presidencial en las primarias de la izquierda radical en 2021, Boric dejó en claro, en múltiples ocasiones, que su norte ideológico estaba alineado con aquellos que aspiraban a remplazar el modelo capitalista por un modelo en que el estado tuviera un rol mucho más preponderante en la economía y en la propiedad de los medios de producción. El día que ganó las primarias presidenciales en julio de 2021, Boric dijo, con convicción y entusiasmo, que así “como Chile fue la cuna del neoliberalismo, también será su tumba”. Es cierto que Boric se moderó mucho para la campaña de segunda vuelta de 2021, pero la necesidad tiene cara de hereje. De no haberse moderado, Boric no habría podido pasar del 25.8% de votación que obtuvo en primera vuelta al 55.9% que logró en el balotaje. Muchos interpretaron esa moderación de Boric como un proceso de maduración. La decisión de Boric de nombrar un gabinete que incorporara miembros de los partidos tradicionales de izquierda, incluido el propio Mario Marcel, fue usada como cuestionable evidencia de que Boric estaba iniciando un tránsito intelectual hacia la Socialdemocracia. Pero la verdad es que Boric, siendo un político de profesión, entendía que, para poder aspirar a avanzar su agenda legislativa, tenía que buscar aliados más allá de la insuficiente representación que habían obtenido el Frente Amplio y el Partido Comunista en el Congreso. Boric buscó al Socialismo Democrático no porque compartiera su visión de mundo o porque estuviera madurando políticamente. Boric siempre entendió que para poder avanzar hacia la superación del capitalismo (una meta que, como repitió un par de veces durante sus años como presidente, siempre ha querido alcanzar), había que construir acuerdos que permitieran dar gobernabilidad política a su aventura. Contrario a lo que aseguraban algunos de sus aliados socialdemócratas, Boric nunca dejó de ser un radical. Muchas decisiones claves de su gobierno, como el indulto a los delincuentes con extenso prontuario que hizo en su primera navidad en el poder, asegurando que eran luchadores sociales injustamente castigados por participar del estallido social, dejaron en claro que, cuando hablaba desde el corazón y actuaba sin considerar las implicaciones políticas de sus decisiones, Boric siempre se cargaba a una izquierda panfletaria, estatista y, lo que es peor, ampliamente fracasada. Aunque ha sido el presidente más joven en la historia reciente de Chile, las ideas que siempre lo acompañaron son las viejas ideas nostálgicas de una revolución que nunca logró ser exitosa en ninguna parte y que generó mucho más sufrimiento y dolor que desarrollo y justicia social. Cada vez que habló desde el corazón, Boric demostró que su norte seguía siendo el de la revolución anticapitalista inútil y retrógrada. Aunque sus aliados insistían en que Boric era un converso a la social democracia que quiere mejorar el capitalismo, el verdadero Boric nunca pudo superar el sueño juvenil de la revolución. Cuando Boric recibió la noticia de que su ministro de Hacienda se iba, el Presidente reaccionó de la única forma que su naturaleza le permitía hacerlo. En vez de replicar la exitosa fórmula de nombrar a un ministro que creyera en las bondades del mercado y entendiera de cómo funciona la macroeconomía en el mundo moderno, Boric volvió a sus orígenes y nombró a uno de sus compañeros de ruta más cercanos. Al nombrar a Nicolás Grau, un hombre cuyas fortalezas son demasiado similares a las de Boric y cuyas debilidades también se asemejan a las propias, Boric dejó en claro que sigue siendo el mismo líder estudiantil rebelde que se inspira en la figura mítica de Salvador Allende y que cree que vale la pena echar por la borda todo lo bueno que aprendió Chile después del fracaso de Allende para intentar fundar un nuevo país con recetas estatistas que nunca han funcionado en ninguna parte. |