El sueño país de Jeannette Jara

PATRICIO NAVIA
Sociólogo, cientista político y académico UDP.
Jara prefiere no hablar de su norte político porque, si lo menciona, muchos de los votantes que ahora están considerando apoyarla saldrán huyendo hacia otros candidatos.
A diferencia de todos los otros candidatos presidenciales, Jeannette Jara, la abanderada de la coalición izquierdista de gobierno, no habla del país que aspira a construir. Ya que ella es militante de toda la vida del Partido Comunista, resulta razonable suponer que Jara abriga la esperanza de remplazar el modelo capitalista por un modelo comunista de partido único y sin protección a la propiedad privada. Es evidente que Jara sabe que ese objetivo no es alcanzable en el futuro inmediato y que la gran mayoría de los chilenos no comparte ese sueño de país, por eso prefiere no hablar del país que idealmente quisiera tener. Pero el solo hecho que Jara eluda hablar de los sueños que la inspiran a participar en política alimenta sospechas de que, en la medida de lo que pueda, de ser presidenta, Jara usará el poder que le otorga el cargo para avanzar el sueño comunista. Para Jara, el país ideal sería uno con una economía centralizada y en el que no se protejan los dos pilares fundamentales de toda sociedad libre, la propiedad privada y la libertad de expresión.
“Nadie en su sano juicio nombra de jefe de seguridad del banco a una persona que se declara miembro de la secta de ladrones de banco”
Cuando habla del norte que guiará su gobierno, en caso de ser la próxima presidenta de Chile, Jara se refugia en el argumento de que su programa de gobierno todavía no está escrito y que ella se ceñirá a los objetivos delineados en el programa. Aunque en la campaña de primarias Jara presentó un programa de gobierno corto e incompleto, ya se ha desentendido de algunos de los asuntos más polémicos que aparecían en ese programa, como la nacionalización del cobre o poner en el foco en el desarrollo de la demanda interna. En el mes que ha transcurrido desde su incuestionable victoria en unas primarias con muy baja participación, Jara ha sido bastante ambigua respecto a qué tipo de país quiere construir.
Las alocuciones a que ella es candidata de una coalición amplia de centroizquierda sugieren que Jara no tiene una visión propia y que actuará como chofer de locomoción colectiva que siga la ruta que le indica su coalición y no como piloto que fija la ruta. Pero nadie se anima a emprender la compleja, desgastante, costosa y difícil aventura de competir en una elección presidencial para después ser un monigote que aprueba lo que le dice su coalición. Los presidentes, sobre todo, son líderes que guían a su coalición y definen cuál es el norte que tendrá su gobierno.
Si Jara efectivamente cree que ella liderará un gobierno en el que no tenga que marcar el rumbo ni tomar decisiones cuando haya posiciones contrapuestas entre los partidos que forman la coalición, entonces podemos anticipar que su gobierno será un desastre. Los presidentes deben tomar decisiones, liderar y dirimir. Es cierto que esas decisiones deben ser consultadas con sus aliados, pero resulta inaudito que alguien crea o argumente que resulta anodino tomar en consideración la militancia partidista de una candidata simplemente porque esa candidata es la líder de una coalición multipartidista.
Tal vez Jara efectivamente cree que su gobierno será el gobierno de una coalición y que las decisiones las tomarán en conjunto los líderes de los partidos que componen su coalición centroizquierdista. Pero esa receta solo lidera al fracaso. Durante los cuatro años del actual gobierno, el Presidente Boric y sus aliados obstinadamente sostuvieron que en realidad el gobierno estaba compuesto por dos coaliciones -una compuesta por el PC y el Frente Amplio y la otra por el socialismo democrático-. Ahora, Jara habla de que liderará una coalición de centroizquierda que, desde la campaña para las primarias de 2025, se llama Unidad por Chile. Pero es deshonesto o insensato sugerir que, de ser gobierno, las decisiones las tomará el politburó de Unidad por Chile. La institucionalidad en Chile otorga un inmenso poder al presidente y, precisamente porque la presidencia importa tanto, los chilenos le ponen más atención a la elección presidencial que a cualquier otra contienda electoral.
No es insustancial que la militancia partidista de quien ocupe la presidencia. Los gobiernos de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet tuvieron énfasis muy distintos precisamente porque los presidentes militaban en partidos diferentes y tenían visiones de mundo y un norte político distinto. Jara prefiere no hablar de su norte político porque, si lo menciona, muchos de los votantes que ahora están considerando apoyarla saldrán huyendo hacia otros candidatos.
Igual que un ladrón de bancos que aspira a robar el banco, pero mientras desarrolla su plan se resigna a usar los servicios del banco como el resto de los clientes, Jeannette Jara nos dice que respetará las reglas del juego democrático y no impondrá el comunismo porque es la candidata de una coalición amplia de centroizquierda. Pero nadie en su sano juicio nombra de jefe de seguridad del banco a una persona que se declara miembro de la secta de ladrones de banco. El sueño de país de Jeannette Jara -que la candidata convenientemente omite mencionar- es que Chile se convierta en una sociedad comunista.