Ahora que solo tiene cuatro candidatos que se parecen demasiado y representan más continuidad que cambio, la izquierda oficialista necesita dotar a las primarias de mayor tensión y más diversidad de opciones. |
Las dudas que se han empezado a expresar sobre la participación en las primarias de la coalición oficialista del 29 de junio subrayan las oportunidades y los desafíos que implica realizar primarias. Cuando los candidatos explicitan sus diferencias y los votantes entienden que el resultado de la votación tiene consecuencias concretas, hay condiciones para que se genere entusiasmo. Si la gente cree que las opciones son demasiado parecidas y que, voten como voten, el resultado será más o menos el mismo, es muy difícil que se genere ánimo que lleve a más electores a participar de las primarias. A diferencia de la derecha, que ha decidido ir con al menos tres candidatos presidenciales a primera vuelta (aunque eso pudiera cambiar todavía, antes de que se cierren las inscripciones en agosto), la izquierda ha optado por realizar primarias para escoger a su candidato presidencial. Aunque en algún momento pareció que habría una amplia gama de opciones, los partidos oficialistas al final optaron por cuatro candidaturas: Jeannette Jara, del Partido Comunista; Jaime Mulet, de la Federación Regionalista Verde Social; Carolina Tohá, del Partido por la Democracia; y Gonzalo Winter, del Frente Amplio. Los cuatro representan visiones bastante similares y afines a lo que ha sido el gobierno del Presidente Gabriel Boric. De hecho, Jara y Tohá fueron conocidas ministras del gobierno de Boric, y Winter es uno de los amigos más cercanos del presidente. “Si los cuatro candidatos de las primarias de izquierda comienzan a polemizar con los candidatos de derecha, la primaria podría ser una oportunidad para demostrar la fuerza electoral de izquierda” Aunque en algún momento pareció que las primarias oficialistas pudieran incluir candidatos de izquierda más críticos del gobierno de Boric -como la senadora socialista Paulina Vodanovic o el independiente Marco Enríquez-Ominami- al final el oficialismo optó por presentar solo candidatos que representan continuidad. Es cierto que Tohá ha intentado mostrar algo de distancia con Boric y ha buscado presentar un perfil de izquierda más moderada. Cuando la candidata comunista incomprensiblemente dijo que Cuba tiene “un sistema democrático distinto”, Tohá salió a marcar distancia, aclarando lo obvio: Cuba es una dictadura. Pero en general, las cuatro candidaturas oficialistas son mucho más una propuesta de continuidad que de cambio. Por eso, resulta razonable que haya muchas personas preocupadas de que la votación del 29 de junio pueda ser especialmente baja. Cuando a la gente la invitan a escoger entre candidaturas que se parecen demasiado, es razonable que mucha gente decida ignorar esa invitación y no se moleste en ir a votar. La decisión de Vodanovic de renunciar a participar se explica porque el Partido Socialista quería evitar una aplastante derrota con una candidata poco atractiva que concitaba poco apoyo, incluso en su propio partido. Pero la izquierda oficialista cometió un grave error al no permitir a Enríquez-Ominami participar de las primarias. Temiendo que el izquierdista díscolo fuera a dar una sorpresa y ganara la elección, los partidos de izquierda no quisieron correr riesgos y optaron por dejar a MEO afuera. La presencia de un candidato disruptivo hubiera dotado a esas primarias de un grado de tensión necesario para atraer el interés de la opinión pública. Lo que es peor, si MEO logra conseguir las firmas necesarias para inscribir su candidatura presidencial y las encuestas muestran que el voto de izquierda se divide entre MEO y la candidatura ganadora, el oficialismo de izquierda no tendrá buenos argumentos para pedirle que se baje y apoya a la candidatura que gane las primarias. Ahora que solo tiene cuatro candidatos que se parecen demasiado y representan más continuidad que cambio, en un contexto en que una mayoría de las personas creen que el país va por el camino equivocado, la izquierda oficialista necesita dotar a las primarias de mayor tensión y más diversidad de opciones. Una opción es potenciar la tensión entre los candidatos a partir de las diferencias ideológicas históricas que existen entre el socialismo democrático y el comunismo. Algo de eso ha buscado hacer el entorno cercano de Tohá. Pero, para que se genere más entusiasmo e interés en las primarias, se precisa que esa tensión aumente mucho más. Otra alternativa es convertir las primarias en una oportunidad para demostrar la fuerza de la identidad de izquierda en el país. Si los cuatro candidatos de las primarias de izquierda comienzan a polemizar con los candidatos de derecha, la primaria podría ser una oportunidad para demostrar la fuerza electoral de izquierda. En la época de Allende -el presidente que Boric más admira- uno de los partidos afines al gobierno promovió la frase “este puede ser un gobierno de mierda, pero es mi gobierno”. Una estrategia similar podría convertir a las primarias oficialistas en una oportunidad para mostrar el apoyo al gobierno de Boric. Por eso, ya sea porque tienen opciones diferentes o porque votar signifique expresar su rechazo a las opciones de derecha que hoy parecen dominar en las encuestas, si no tienen una buena razón para salir a votar el domingo 29 de junio, muchos de los potenciales votantes de izquierda optarán por quedarse en casa. |