Jorge Cantwell, Presidente Mesa Intergremial para la Prevención y Combate de Incendios Forestales
Febrero de 2024 quedará marcado en la memoria de la Región de Valparaíso como un hito que nos obliga a una profunda reflexión. A un año de esa tragedia, es fundamental evaluar los aprendizajes y proyectar el futuro con acciones concretas. La experiencia ha demostrado que la lucha contra los incendios forestales no puede depender únicamente de la reacción ante una emergencia, sino que debe cimentarse en una estrategia de prevención efectiva y sostenida en el tiempo, integrando a todos los sectores de la sociedad.
Bajo esta premisa, la Mesa Intergremial para la Prevención y Combate de Incendios—conformada por ASIVA, CChC Valparaíso y CRCP—ha avanzado en definir una hoja de ruta estructurada para fortalecer la colaboración en cuatro áreas estratégicas: brigadas preventivas permanentes, fortalecimiento del programa “Comunidades Preparadas”, modernización del monitoreo con inteligencia artificial y televigilancia, y la incorporación del combate aéreo nocturno.
En primer lugar, hemos identificado como principal desafío la necesidad de contar con brigadas preventivas operativas durante todo el año. Actualmente, CONAF mantiene una dotación reducida fuera de la temporada estival, concentrando sus esfuerzos en la respuesta a emergencias, mientras que los municipios—responsables de la prevención—no cuentan con personal especializado para estas funciones.
Para abordar esta brecha, se ha planteado la conformación de brigadas municipales de prevención y mitigación en coordinación con CONAF, asegurando la limpieza de áreas críticas y el mantenimiento de cortafuegos de manera sistemática. Este modelo permitiría reducir significativamente la acumulación de material combustible y fortalecer la resiliencia de las comunidades ante futuros incendios.
Un segundo factor clave en la prevención es el rol de la comunidad, como se evidenció en el barrio Botania de Quilpué hace un año. Sin embargo, las capacidades actuales de capacitación no permiten dar continuidad a los programas, limitando su alcance.
En este sentido, se busca robustecer el programa “Comunidades Preparadas” mediante la integración de instituciones respondedoras, universidades y otras entidades, ampliando la cobertura y el seguimiento a las unidades vecinales capacitadas. Este enfoque permitirá no solo preparar a más comunidades, sino también generar un sistema de trabajo coordinado y sostenido en el tiempo.
En tercer lugar, identificamos espacio de mejora en la vigilancia y detección temprana de incendios, que actualmente se realiza a través de torres con observadores humanos. El uso de inteligencia artificial y televigilancia mediante cámaras de monitoreo, como hace CORMA en el sur, optimizaría significativamente la detección.
Por ello, hemos propuesto un piloto de monitoreo con televigilancia en áreas estratégicas, que permita mejorar la detección de focos incipientes y optimizar la gestión de recursos. La tecnología actual permite una cobertura de más de 15 km de radio, detectando humos en segundos y reduciendo los tiempos de respuesta. Para maximizar su efectividad, es fundamental garantizar la interconexión entre CONAF, bomberos y municipios, asegurando que la información fluya de manera eficiente y las alertas permitan una reacción inmediata.
En cuarto lugar, sorprende que actualmente el combate aéreo de los incendios se suspende durante la noche. Implementarlo representaría un avance estratégico en la capacidad de respuesta, al permitir una intervención más temprana y efectiva. Sin embargo, actualmente en Chile no existen aeronaves certificadas ni pilotos entrenados para vuelos nocturnos en operaciones de emergencia, lo que limita las posibilidades de acción en momentos críticos.
Para abordar este desafío, la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) y CONAF ya han iniciado un trabajo conjunto para establecer la normativa y procedimientos necesarios para la certificación de aeronaves y formación de pilotos. Además, se han sostenido conversaciones con empresas internacionales especializadas en combate aéreo nocturno, con el objetivo de agilizar estos procesos. La experiencia internacional ha demostrado que esta práctica mejora significativamente la efectividad del combate de incendios al complementarse con las labores terrestres de los brigadistas.
El balance a un año del incendio de 2024 nos deja desafíos pendientes. No hemos abordado aquí las importantes deudas que persisten en materia de reconstrucción, pues hemos puesto el foco en la prevención como prioridad permanente, más allá de la respuesta a emergencias. La prevención de incendios forestales es una tarea de largo plazo que requiere constancia, inversión y trabajo colaborativo.
Sin duda, hay muchos otros temas que deben trabajarse en las áreas de prevención, preparación y respuesta ante incendios. Sin embargo, si logramos avanzar en estas líneas de acción, estaremos mejor preparados y coordinados para enfrentar futuras amenazas y proteger la seguridad de nuestras comunidades.