Una economía cultural posible: cooperativismo musical y financiamiento ausente.-

VALPARAISO.- Desde una transmisión en vivo durante la pandemia hasta la consolidación de una cooperativa musical, Ajuste de Cuentas se presenta como una estructura de producción cultural sustentada en la colaboración y orientada al impacto local, regional e internacional.
En Chile, el debate sobre las prioridades del gasto público sigue girando en torno a los sectores históricamente dominantes. En ese contexto, las Industrias Culturales y Creativas (ICC) permanecen marginadas en la distribución de recursos, a pesar de que su aporte económico global supera con amplitud al de las industrias extractivas.
Según el informe Cultural Times: The First Global Map of Cultural and Creative Industries, elaborado por EY y la UNESCO, las ICC generaron más de USD 2,25 billones a nivel mundial y emplearon a 29,5 millones de personas en 2015.
Datos actualizados por la UNCTAD y el World Economic Forum elevan esa cifra a USD 2,7 billones en 2023, con 30 millones de empleos directos, frente al millón generado por la industria del cobre en el mismo año, cuyo valor de mercado fue estimado en USD 308 mil millones (Statista, 2024).
La comparación no busca desplazar a una industria por otra, sino recuperar una noción más amplia de desarrollo. Las ICC generan valor económico, pero también estructuran identidades, estabilizan territorios y activan procesos de innovación. Son, en muchos países, más relevantes para el PIB que sectores como la automoción, las telecomunicaciones o la química (WIPO, 2022). Pese a ello, en América Latina, su institucionalización sigue siendo débil y el financiamiento público, residual.
Recuperar y construir: Ajuste de Cuentas inicia operaciones
Es en este escenario de donde emergen alternativas organizativas como la Cooperativa de Trabajo Ajuste de Cuentas, formalizada en Valparaíso, en septiembre de 2024. Fundada por un grupo interdisciplinario de profesionales del sonido, producción audiovisual y las artes, la iniciativa surge en plena pandemia, cuando la precariedad del sector se volvió estructural.
“Nos dimos cuenta de que los músicos no solo necesitaban visibilidad, sino herramientas para grabar, producir, mezclar. Era necesario construir una plataforma que les permitiera profesionalizar su trabajo sin replicar las jerarquías tradicionales de la industria”, explica Mauricio Hernández, productor musical, y uno de sus fundadores.

Su modelo se basa en la colaboración, la gestión compartida y el respeto por la cadena de valor completa, desde la creación hasta la distribución de contenidos musicales, atendiendo las necesidades fisiológicas de los músicos (a través de la asesoría de profesionales de la fonoaudiología), como de sus derechos constitucionales (con el apoyo de asesores legales especializados).
“La figura cooperativa ofrecía una estructura más equitativa para ese tipo de proceso”, complementa Romina Cisternas, ingeniera en sonido y gerente del Sello.
Ajuste de Cuentas no opera bajo la lógica del escalamiento comercial, sino desde la sostenibilidad del proceso creativo. Se propone generar un impacto tangible en lo local, con proyección nacional e internacional, y posicionarse como una alternativa real a la intermediación abusiva que suele marcar el vínculo entre artistas y estructuras industriales. Su experiencia, aún en etapa temprana, se alinea con una tendencia creciente en el ámbito cultural: la recuperación de formas asociativas para enfrentar contextos de abandono institucional.
El modelo cooperativo no aparece como consigna ideológica, sino como resultado práctico de una necesidad. Frente a la dispersión individual y la fragilidad de las economías culturales, se ofrece como arquitectura flexible y colectiva. Una forma posible de sostener el hacer creativo colectivo en tiempos en que el hacer individual ya no alcanza… así que siga escuchando.-